El médico australiano Philip Nitschke ha presentado en San Diego las fotos de una máquina que ha inventado para facilitar la labor a las personas que quieran suicidarse y anunció un próximo taller en el que 21 voluntarios usarán su invento, aunque sólo una planea morir.
La máquina de suicidio consiste en una bolsa con un tubo que pasa por unpequeño depósito de monóxido de carbono, del que sale una sonda a las fosas nasales. Nitschke indicó que está dispuesto a ofrecérsela gratuitamente a las organizaciones militantes de la eutanasia.
En el transcurso de la conferencia nacional de la sociedad estadounidense Hemlock, Nitschke dijo ante unos 200 asistentes que continuará con la manufacturación de su invento, al que calificó de “eficiente y de bajo coste“. Además, “produce una muerte pacífica en poco tiempo, entre cuatro y siete minutos”, añadió.
Con la ayuda de un sedante, la persona acciona la máquina que reduce paulatinamente el oxígeno de la bolsa con cada aspiración y aumenta el monóxido de carbono hasta que le produce la muerte.
“Esta puede ser una respuesta para muchas personas con enfermedades terminales que desean una muerte pacífica sorteando la ley. El equipo es legal porque también produce oxígeno”, explicó el médico.
El médico australiano planeaba presentar el modelo original de su máquina, pero se lo confiscaron al salir de su país hace dos días. El coste del aparato estaría entre los 30 y 100 dólares. La diferencia de precios reside en el sedante.
Nitschke anunció que en un próximo taller utilizarán su máquina 21 personas, aunque sólo una planea suicidarse. El médico australiano no precisó ni el lugar ni la fecha en que se llevará a cabo esta prueba. Para sortear la nueva legislación australiana respecto al suicidio, el médico dijo que busca sedantes que ayudarían a morir sin violar las leyes australianas de control de drogas ilícitas.
“Una de las estrategias es buscar entre las sustancias rechazadas por las compañías farmacéuticas al considerarse muy peligrosas”, afirmó. Actualmente, estudia algunos medicamentos “que bajan el nivel de la sangre a niveles mortales”, dijo.
Este médico generalista se hizo célebre cuando en 1996 ayudó a suicidarse a cuatro personas cancerosas, después de que el Estado australiano del Territorio del Norte fuera el primero del mundo en legalizar la eutanasia activa. El Estado federal revocó esta legislación en 1997.