Kim padece un trastorno que hace que el más mínimo movimiento de la pelvis, en un tren, en un coche, o haciendo las tareas domésticas, desencadene un orgasmo, incluso sin pensar en sexo. Tal cantidad de clímax la deja exhausta, dolorida y le impide tener una relación sexual normal.
La mujer fue consciente por primera vez de este trastorno en 2008, mientras mantenía relaciones con su pareja y tuvo orgasmos constantes durante cuatro días. "Me ponía en cuclillas, respiraba profundamente, me senté sobre guisantes congelados, pero los orgasmos y la excitación sexual continuaron durante 36 horas. El dolor y el cansancio fueron insoportable", contó Kim.
"Muchos hombres y mujeres no lo entienden. Piensan que es una bendición y, créeme, no lo es", asegura. "Algunas mujeres se preguntan cómo tener un orgasmo. Yo me pregunto cómo detenerlos", agregó.