En un anuncio subido a la página de ofertas de alquiler Gumtree, al autor escribe que su compañero llevará un disfraz de morsa, hecho por el dueño, dos horas al día, un periodo durante el cual limitará su discurso a los sonidos emitidos por las morsas, un lenguaje que aconseja buscar en la Red.
Además, el inquilino morsa "atrapará y comerá" los peces y cangrejos que le arroje el hombre.
Escribe que aquel tiempo disfrutaba de la compañía de una morsa a la que llamó Gregory.
"Nunca ha tenido una amistad tan agradable con nadie, sea humano o no. Fueron, posiblemente, los más intensos y maravillosos años de mi vida. Tras abandonar la isla estuve meses con el corazón roto", relató el hombre.
Ahora que se ha jubilado y establecido en la ciudad de Brighton, quiere volver a experimentar las buenas emociones.
A cambio de satisfacer el capricho tan específico, al inquilino se le ofrece una espaciosa habitación doble y acceso a todas las comodidades y rincones de la casa, con la excepción del dormitorio y taller del dueño.