El hombre había decidido suicidarse, y para hacerlo de una manera más fácil, se emborrachó antes de tumbarse en las vías férreas, donde finalmente se quedó dormido.
Al percatarse de que se acercaba el tren, el perro, que todo ese tiempo permaneció cerca, se tiró a las vías y agarrando con las fauces el cuerpo de su amo, lo arrastró, dejándolo fuera del alcance del tren.
El hombre, salvado por su amigo fiel, fue llevado al hospital, donde los médicos le identificaron. Resultó ser un desempleado, de 48 años de edad, que, según explicó posteriormente, decidió acabar con su vida porque “estaba harto de todo".